Todos los economistas norteamericanos recibieron con satisfacción la noticia de que la cumbre de los Siete, celebrada recientemente en Tokio, había conseguido un acuerdo para liberalizar algo más el comercio mundial. Si acaso, las críticas se centraron en la lentitud con que se está llevando a cabo el nuevo desarme arancelario. Todos los economistas, menos uno: el famoso y polémico Ravi Batra, profesor de la Universidad de Dallas, que acaba de lanzar una de sus controvertidas teorías: el libre comercio, asumido por los expertos de todo el mundo "como si fuera teología económica", es una catástrofe para Estados Unidos. Su receta consiste en subir las barreras comerciales a nada menos que un 40%.Batra, de origen hindú, es una de las figuras más polémicas del mundo económico y universitario nortemericano. Sus libros "Studies in the pure theory of international trade" y "The theory of international trade under uncertainty" cimentaron su prestigio académico como experto en economía internacional. En 1978 decidió lanzarse a un terreno más controvertido y sorprendió a sus colegas con un libro dirigido al gran público en el que predecía el colapso del capitalismo y del comunismo antes del año 2000.
La historia le dió la razón en parte, con la desaparición de la Unión Soviética y de todos los regímenes comunistas de Europa, pero el profesor Baltra no aceptó esa media satisfacción. En 1985 volvió a la carga con un libro, "The great depressionn of 1990 ", que se convertiría. en el mayor éxito de la historia de los libros de economía: 52 Semanas en la lista de mayores ventas de The New York Times. La historia le mostró esta vez completamente la espalda y 1990 no fue el año terrible que había anunciado. La economía norteamericana comenzó, incluso, a crecer suavemente.
"Cuando escribí esos libros sabía que ponía en juego mi carrera, pero no tengo elección", afirma Ravi Batra. "Es una carga terrible tener información y previsiones que sabes pueden determinar el destino de las naciones. ¿Cómo puede uno permanecer en silencio?".
El agorero y millonario economista sigue convencido de que "podemos enfrentamos a cataclismos en nuestro corto periodo de vida" y dispuesto a "arrojar una vez más el guante a la cara de la ortodoxia económica".
Esta vez su ataque se centra en el auténtico corazón de la vida económica internacional desde la II Guerra Mundial: el libre comercio y la progresiva desaparición de aranceles aduaneros entre los países. "Hablar de proteccionismo, es decir, de protejer las industrias domésticas frente a la competencia extranjera mediante tarifas y cuotas, está considerado como algo desprovisto de lógica y sentido común", asegura Batra. "Incluso algunos lo estigmatizan como algo inmoral, sugiriendo que promueve los monopolios y la vagancia de los trabajadores sindicados". El profesor Batra no tiene inconveniente en reconocer que hasta hace muy poco él mismo era un ardiente defensor del libre comercio: "Cuando una persona cambia las creencias que ha mantenido durante mucho tiempo, será por algo", explica. "Mis recientes análisis sobre la economía norteamericana han hecho temblar esas creencias".
Ravi Batra defiende ahora, con renovado ardor, que Estados Unidos adopte una política proteccionista. Según su teoría, la industria, y no el comercio, es la principal fuente de prosperidad y desde la década de los 70, en Estados Unidos, el sector servicios tiene un mayor protagonismo que el industrial. De hecho, afirma, sólo el 17% de la fuerza laboral norteamericana está empleada hoy día en la industria y eso se deja sentir en la competitividad.
"Desde los años 70 -insiste- importaciones baratas producidas en el extranjero por trabajadores que a veces cobran céntimos de dólar al día, han destruido e incluso exterminado en Estados Unidos industria tras industria... Cuando la mano de obra es tan barata, las industrias americanas no pueden competir, por mucha tecnología superior que posean". El PAIS -26/07/93
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Arundhati Roy
“Otro mundo no sólo es posible, sino que ya está en camino. Quizás muchos de nosotros no estaremos aquí para saludarle, pero en un día callado, si escuchase cuidadosamente, podré oírle respirar.”
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